Un ariete es un arma de asedio usada para romper las puertas o las paredes de ciudades fortificadas. En su forma más simple un ariete consiste en un gran tronco de árbol cargado por varias personas e impulsado con fuerza contra un obstáculo.
En los diseños más sofisticados los arietes eran soportados con cuerdas o cadenas dentro de un marco rodante, de modo que podían ser mucho más grandes y también se podían pivotar más fácilmente en contra de su blanco. Con el paso del tiempo la punta del ariete se reforzó con una cabeza de metal.
Muchos arietes también contaban con cubiertas protectoras y paredes laterales reforzadas con cuero u otros materiales para prevenir los ataques con fuego.
Los defensores de las murallas procuraban evitar la acción de los arietes usando cuerdas con ganchos o cadenas para inmovilizar el tronco. La mejor manera de neutralizarlos era arrojar sobre ellos líquidos inflamables para incendiarlos.
El ariete cubierto se desarrolló en el Oriente Próximo durante las campañas del segundo Imperio asirio. Los ejércitos macedónicos, cartagineses y romanos extendieron luego su uso por toda Europa.
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